Las porciones grandes de comida y el exceso

Publicado el 30 junio, 2017 | Health

Un estudio publicado este año en The Journal of Nutrition se centró en investigar las diferencias basadas en la textura y el tamaño de una comida contrastando los resultados con el impacto sobre la densidad energética y la tasa de consumo. La hipótesis ya comprobada era que porciones grandes y de alta densidad energética promueve el consumo excesivo de comida, pero faltaba demostrarlo en experimentos concretos.

Dos estudios sobre el consumo de comida investigaron si las reducciones basadas en la textura y el procesamiento oral tenían efectos significativos en la tasa de consumo de alimentos en un desayuno, en combinación con variaciones en la densidad de energía y tamaño de la porción. En el ensayo trabajaron voluntarios adultos que asistieron a 4 sesiones de comida (desayuno) en dos sesiones repetidas para un experimento 1 y dos sesiones repetidas para un experimento 2.

  • El experimento 1 constaba de una comida, «papilla de arroz», combinando una reducción del 45% en la tasa de consumo habitual, unos 140 g/minutos con una densidad energética de 0,57 kcal/g.
  • El experimento 2 constaba de una comida, «papilla de maiz más densa», con un incremento del 77% en la densidad energética que era de 1,01 kcal/g.

El experimento 1 se trabajó con 61 adultos de 21 a 48 años con un índice de masa corporal (IMC) de 16-29 kg/m2 (tamaño base la primera vez y un aumento de 50% en el tamaño de la porción la segunda vez); en el experimento 2 se trabajó con 29 adultos (los mismos del experimento 1), con un aumento de 150%  en el tamaño de la porción para la segunda vez. Los comportamientos de procesamiento oral se codificaron mediante el uso de cámaras web y la ingesta de alimento se midió junto con cambios en el apetito nominal.

Los resultados sobre el contraste del consumo de comida mostró que el incremento en la densidad energética y en el tamaño de la porción condujo a aumentos del 80% y 13% en la ingesta energética en el desayuno, respectivamente (P <0,001), pero sólo el tamaño de la porción incrementó el peso de los alimentos consumidos.

Una de las conclusiones fue que el menor consumo energético de comida se producía cuando la papilla más densa se servía con una densidad energética menor o una porción más pequeña (P <0,05). Aunque la ingesta se redujo al añadir espinacas a la papilla densa, la textura del vegetal hizo que la mente tenga un efecto saciante solo un poco mayor, posterior al consumo.

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Otro estudio desarrollado por británicos en la Universidad de Cambridge y publicada en el Cochrane Database of Systematic Reviews cita que es mejor emplear vajillas más pequeñas para reducir las porciones de comida, pero también los antojos para seguir comiendo. El estudio que involucró a unos 6700 voluntarios, contrastó algunas cosas interesantes que coinciden con el primer estudio de dos experimentos.

Cuando los utensilios y vajillas son mayores, incluyendo los accesorios de mesa, incrementa las posibilidades de comer más, además de comidas más densas energéticamente; además, se cita que las mujeres y hombres tienen el mismo criterio psicológico al medir la susceptibilidad del apetito o el control mental que tienen sobre sus antojos.

Los adultos comen en respuesta a las características externas del ambiente alimenticio; es recomendable por tanto utilizar una combinación de una menor densidad energética, porciones más pequeñas y variaciones naturales en la textura de los alimentos para diseñar comidas que promuevan reducciones en la ingesta energética mientras se mantenga la saciedad.

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