El estrés intermitente para una temporada genial

Publicado el 7 febrero, 2015 | Research

Antes de la primavera podemos aprovechar los poderes del cuerpo para forjar un cuerpo descomunal este año

Mientras, el estrés crónico persistente y una efusión asociada de la poderosa hormona del estrés cortisol se debe evitar a toda costa, el estrés intermitente, en forma de ejercicio intenso, es beneficioso. De hecho, el ejercicio regular amplia la capacidad productiva de las células productoras de amina para inocular contra la ansiedad, la depresión y el estrés; a través de una modulación cuidadosamente orquestada de la dopamina, la adrenalina y la noradrenalina (y otros productos químicos), se aprende a gestionar mejor los acontecimientos estresantes y nos volvemos más resistentes.

El ejercicio también inunda nuestro cerebro con factores de crecimiento para mantener las neuronas existentes (células cerebrales) neuronas jóvenes y nuevas en crecimiento; esto, también, fortalece nuestro cerebro y amplía nuestra capacidad para hacer frente a las tensiones de la vida. Otra forma en la que podemos llegar a ser más capaces de lidiar con el estrés es a través de la exposición a temperaturas más frías, especialmente cuando dicha exposición se combina con ejercicio intenso.

Los científicos han sugerido en varios estudios que las personas que se ejercitan con regularidad en temperaturas más frías en lugar que en un ambiente normal, desarrollan una capacidad de convertirse poderosamente despiertos cuando se enfrentan a situaciones de estrés (adrenalina, en lugar de cortisol, es decir, en tales circunstancias, liberada predominantemente), inhibiendo una determinada excitación igual de rápido, y tal control, minimiza el estrés crónico.

Se supone que las temperaturas más frías han hecho a las personas que entrenan, emocionalmente más estables cuando se enfrentan con el estrés prolongado y que el ejercicio, junto con las demandas térmicas agudas, les proporciona un modelo envidiable de estrés y recuperación para un período mayor de unas semanas a varios meses, y esto de acuerdo a la individualidad biológica, es un plan estratégico para los que quieren tener un año genial, sobre todo aprovechando los meses más fríos.

Aunque se ha afirmado que la termorregulación soportado por el sistema nervioso ha sentado las bases para la activación emocional en los mamíferos, se piensa, además, que las personas que desarrollan una tolerancia a las temperaturas más frías pueden también mejorar su estabilidad emocional. También se ha argumentado que mediante el ejercicio, nuestros sistemas de termorregulación (a través de la exposición periódica al calor y al frío) hace que el cuerpo se vuelva más eficiente en el control de su respuesta a estas condiciones promoviendo así las ventajas de protección cuando hay cambio de estaciones.

De hecho, sometiendo a nosotros mismos a un grado de estrés térmico, podemos pasar por un proceso de endurecimiento valioso pero siempre con la precaución de entrenar a temperaturas extremas.

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