Teorías sobre las causas de calambres musculares

Publicado el 14 julio, 2010 | Multimedia

La teoría metabólica, la teoría de deshidratación, la teoría electrolítica, y la teoría ambiental

Según las investigaciones la teoría metabólica se sustenta en la explicación de que los calambres ocurren cuando el músculo se vuelve «intoxicado» por metabolitos provenientes de la actividad contráctil.

Una de las sustancias tóxicas al músculo es el amonio; producida durante la oxidación de las proteínas, normalmente ella es conducida al hígado bajo la forma de glutamina o alanina y en este órgano es biotransformada en urea que es llevada por el torrente sanguíneo hasta los riñones, donde es filtrada y excretada. Sin embargo, durante la actividad física el hígado tiene su actividad reducida y, consecuentemente, la transformación de amonio en urea es mucho menos intensa que en condiciones de reposo. Con eso se percibe una mayor acumulación de amonio próximo a las fibras musculares y, debido a su toxidad, llegan los calambres musculares.

Otra sustancia tóxica al músculo es el ácido láctico. Un estudio (Fox) en el 2000 nos habla que esta es una sustancia resultante de una desintegración incompleta de los carbohidratos, proceso este conocido como glicólisis anaerobia lo cual libera energía que, mediante reacciones acopladas, es utilizada para la resíntesis del ATP. Este proceso es realizado en el sarcoplasma de las fibras musculares, es decir, el ácido láctico va siendo producido en el interior de las células. Tras producido, este ácido libera iones de hidrógeno en el medio intracelular y estos iones aumentaran considerablemente la acidez en este medio, pudiendo afectar profundamente la puesta en marcha de las fibras musculares y causar, entre otros disturbios, los calambres musculares.

Estas dos sustancias son ejemplos de como los calambres musculares son originados a partir de metabolitos tóxicos producidos en el organismo. De acuerdo con la teoría metabólica los calambres musculares surgirían exclusivamente a partir de estas sustancias, es decir, es una teoría muy limitada en relación a factores externos que influyen en el ejercicio, tales como la temperatura ambiental y el hecho de haber sido realizado un estiramiento o no. De entre las cuatro teorías propuestas para explicar el surgimiento de los calambres musculares quizás sea la teoría más «débil» y limitada.

La teoría de la deshidratación

La teoría de la deshidratación se sustenta en la afirmación de que el sudor liberado durante el ejercicio físico representa una pérdida de agua tan considerable que puede provocar desequilibrio en los fluidos corporales y así interferir en el mecanismo contráctil de los músculos, provocando su contracción súbita. Sólo para tener una idea, una persona con 60 kg que se ejercita por cerca de una hora pierde, aproximadamente, 1500 ml de líquido por el sudor resultante de la transpiración, es decir, cerca de 2,5% de la masa corporal. Si ese valor llega a 5%, lo que puede ser alcanzado en 2 horas de actividades físicas sin hidratación, los riesgos para la salud y particularmente de calambres musculares son enormes. Un estudio de 1990 (Barbanti) nos habla que la deficiencia extrema del agua en el organismo puede provocar efectos tales como: dejar la sangre concentrada, el volumen sanguíneo reducido y la temperatura corporal aumentada en niveles bastante peligrosos. También cita que el agua consiste en el medio donde todas las reacciones metabólicas intracelulares acontecen y, en el músculo, la falta de agua puede dejar el sarcoplasma extremadamente concentrado y las reacciones que acontecen en esta región pueden ser perjudicadas, provocando disturbios hasta en el mecanismo de la contracción muscular que, mediante procesos contráctiles involuntarios, generan calambres musculares.

La deshidratación es una de las causas más comunes de la ocurrencia de calambres musculares en personas que ni siquiera realizan alguna actividad física, ya que para perder agua del cuerpo el mecanismo de la sudores por exceso de actividad física no es único. Un ejemplo de personas sedentarias que sufren calambres por deshidratación sin realizar ningún tipo de actividad física serían aquellas que normalmente ingieren grandes dosis de bebidas alcohólicas en su vida cotidiana. Esto se explica por el hecho de que el alcohol inhibe la liberación del ADH (hormona anti-diurética) haciendo así que el agua no sea reabsorvida durante las etapas de la función renal y con eso sea excretada del cuerpo en grandes cantidades, generando la deshidratación y por consecuencia todos los efectos que la misma puede proporcionar, ya descritos anteriormente.

Creemos que la teoría de la deshidratación tiene «sí» una importancia significativa en lo referente a explicar cuáles son las causas que llevan al establecimiento de los calambres musculares. Sin embargo, los estudiosos que defienden esta teoría se limitan mucho al afirmar que sólo la pérdida de agua es que ocasiona las contracciones involuntarias, pues ellos se olvidan que el sudor de varias otras sustancias son liberadas además del agua. Así, nos preguntamos si la deficiencia de estas otras sustancias liberadas con el sudor no fuere la real causa de los calambres musculares ? Esto lo veremos en la teoría eletrolítica.

La teoría eletrolítica

Los estudiosos que defienden la teoría eletrolítica afirman que juntamente al agua, en la pérdida con la transpiración excesiva, es liberada una cierta cantidad de electrólitos necesarios al organismo. La ausencia de estos electrólitos lleva a que el tejido muscular se resienta de la falta de los mismos, reaccionando con contracciones involuntarias (calambres).

El sodio y el potasio son los principales electrolitos que, en deficiencia, llevan a la aparición de los calambres musculares. La explicación fisiológica para esto reside en el hecho de que la diferencia de concentración de estos iones entre los medios intra y extracelular va a ocasionar el surgimiento de potenciales eléctricos que ocurren en las fibras nerviosas y musculares, y son estos potenciales eléctricos los responsables por la trasmisión de los impulsos nerviosos y por el control de la contracción muscular. Así, la deficiencia de sodio y potasio generaría disturbios en la formación de potenciales eléctricos y consecuentemente en el control de la contracción muscular, lo que puede ocasionar contracciones espontáneas de los músculos, los calambres.

Hablando específicamente del potasio, Barbanti (1990) en su obra «aptitud física una invitación a la salud» nos habla el siguiente:

(…) » Los músculos necesitan de potasio. Un músculo que se contrae libera potasio para los vasos sanguíneos vecinos, haciéndolos dilatarse y aceptar más sangre. Cuando no hay más potasio para liberar, el músculo se contrae a causa de una insuficiente cantidad sanguínea» (…).

Por la cita anterior, percibimos cuanto el potasio es importante para el control del mecanismo contráctil de los músculos. A parte de estos, se cree que la deficiencia de otros electrólitos como el calcio y el magnesio también sea generadora de calambres musculares, aunque no haya un consenso en relación a esto. Al analizarse esta teoría, se percibe que quizás sea la más completa en términos de explicaciones fisiológicas para el surgimiento de los calambres musculares. Su gran problema reside justamente en no explicar el porque del surgimiento de calambres en personas con niveles de electrolitos normales, hecho que algunas de las otras teorías consiguen explicar. Siendo así, vamos a exponer la cuarta y última teoría, la teoría ambiental, para ver a que conclusión podemos llegar sobre los factores causantes de los calambres musculares.

La teoría ambiental

Como el propio nombre ilustra, la teoría ambiental sugiere que los calambres musculares son causados por modificaciones extremas en el ambiente externo al organismo, sobre todo en modificaciones en la temperatura. Se cree que temperaturas altamente elevadas o extremadamente bajas serían los máximos responsables por la aparición de estos disturbios musculares.

En el caso de temperaturas altamente elevadas esta teoría defiende el siguiente: el aumento de la temperatura ambiente asociada al ejercicio físico lleva a una elevación en la temperatura corporal. Un estudio de 1998 (Guyton) nos habla que cuanto más elevada fuere la temperatura corporal más intensamente se realizarán las reacciones químicas que se pasan al interior de las células. Así, en temperaturas muy elevadas – 39 o 40 grados Celsius – las reacciones químicas que generan la contracción muscular se volverían tan intensas que podrían llegar al punto de tornarse involuntarias. Así, los calambres musculares surgirían como consecuencia de modificaciones ambientales extremas que interfirieron en la temperatura corporal; este fenómeno es denominado de «calambres inducidos por el calor» y es caracterizado por espasmos o contracciones musculares de los miembros superiores, miembros inferiores y del abdomen y que normalmente alcanza a individuos sin aclimatación.

En el caso de temperaturas muy frias lo que se observa es lo siguiente: la exposición al frío desencadena varias respuestas fisiológicas del organismo, y de entre ellas está la constricción de los vasos sanguíneos. Como consecuencia de este hecho sería generado un perjuicio de flujo sanguíneo para los músculos, desencadenando los calambres.

Los factores causantes de los calambres musculares es un asunto que todavía genera mucha discusión entre los expertos. Un punto negativo de la teoría ambiental es que muchos autores todavía no aceptan las explicaciones fisiológicas dadas para el surgimiento de los calambres causados por el exceso de calor, afirmando que no hay comprobaciones esclarecedoras de como el mecanismo da origen a que estos disturbios ocurran. No es objetivo del presente artículo discutir si una teoría es mejor o peor que a otra pero sí exponerlas en nuestro texto, dejando al lector sacar sus propias conclusiones.

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